¿Tenemos fe en nuestra selección?

A los mexicanos nos caracteriza decir: “ganamos” (nosotros) y “perdieron” (ellos). Esto se debe a que cuando lo tenemos, el sentimiento de triunfo nos invade y nos da pertenencia. Pero existe en el aire una “costumbre” a perder. A quedarnos cortos, a decir ya mero “ganaban” (ellos), “jugaron como nunca y perdieron como siempre”, a sentir frustración por tanta expectativa no cumplida. En el fondo no nos gusta perder, no queremos identificarnos con eso.

En una encuesta en el Reforma publicada hoy demuestra que el 62% de la afición entrevistada opina que México ganará o empatará en su primer juego contra el equipo de Alemania, en el mundial Rusia 2018. Esto significa que por más que haya perdido contra Dinamarca, 3-0, los mexicanos tenemos fe en la Selección Mexicana. Creemos en el fondo, que siempre existe la esperanza.

Independientemente de si la Selección Mexicana tiene técnica o no en este mundial, si esté preparado o no para este momento, los mexicanos siempre tenemos la esperanza de que gane, o pase aunque sea, a octavos de final.

Un anuncio de radio del candidato a la Presidencia Ricardo Anaya me llamó la atención: al preguntarle a varios adultos quién ganará el mundial, todos comentan diferentes opciones: Alemania, Inglaterra, España, Argentina… Y posteriormente se le pregunta a varios niños, y todos contestan: ¡México! Todos con un entusiasmo enorme, con la certeza de que México tiene al mejor equipo. Y así es siempre, yo hice la misma pregunta a varios amigos de mis hijos. Todos contestaron lo mismo. Por que sus mentes no están contaminadas con tanta crítica, porque ellos no tienen fe, tienen certeza de que México podría ganar.

Como adultos mexicanos, existe en nuestras mentes un sentimiento de derrota, que nos remite a las muchas oportunidades perdidas, a los errores técnicos. E incluso hay teorías que dicen que como en el futbol “todo pudiera estar arreglado”, ya se saben los resultados, porque todo es un negocio y los compromisos ya están arreglados, ya que implica derramas económicas enormes, y que así ha sido siempre la historia:  el futbol siempre ha sido “pan y circo” para los países.

México sí ha ganado mundiales de danza, de proyectos científicos, juegos olímpicos, atletismo. Pero como el futbol soccer parece ser lo más importante para la mayoría, el sentimiento de triunfo de “nuestra selección” siempre se presenta como bálsamo a todos nuestros problemas. La esperanza de que gane, de “que pase”, siempre alimenta el corazón, seamos futboleros de corazón o no (como es mi caso).

¿Será entonces que no nos la creemos en verdad, pero fantaseamos para tener un aliciente, en medio de un entorno de enojo general? ¿Será que el triunfo del equipo México podría aliviar el malestar político y social de nuestro país?

Entonces tal vez sí sea necesario entrenar más nuestras mentes al triunfo. Porque “sí se ha podido”. Tal vez al equipo de futbol y a muchos mexicanos nos falta “tener la certeza” de que podemos ganar. De que podemos ser el mejor país. Tal vez tener fe no sea suficiente. Tal vez sea necesaria una nueva generación de mentes ganadoras, que actúen en consecuencia y en lo que les toca para lograrlo.

¿Qué pasaría si ese 38% que no cree que la selección gane, dejara de sentirse “realista” y se uniera a esa certeza de triunfo?

¿Tú qué crees qué necesita la Selección Mexicana para ganar? ¿Mejor técnica, mejor preparación? ¿O crees que sea necesario un cambio de actitud?

¿En qué tenemos confianza?

I’m Mexican!

Ayer circulaba un video que empezaba con la frase “Dedícalo a los haters”, realizado por Hunters Media, mismo que posteamos en este sitio.

Este video me conmovió muchísimo, porque en él se presentan muchas frases muy ciertas, algunas de las cuales me permito citar:

• A todos los que te dijeron que por nacer aquí, no puedes porque el éxito no está disponible en tu región;
• México es un país lleno de baches, retos y motivos para detenerte; un país que te enseña a lidiar con la decepción y la frustración todos los días, que te obliga a vivir en una constante necesidad de reinventarte, no por gusto, sino por supervivencia;
• En México las oportunidades no se encuentran, se crean; no tenemos instituciones confiables, ni educación ni tranquilidad;
• Pero si tenemos huevos (sic), ganas y hambre y orgullo y creatividad, y una envidiable resilencia ante cualquier diversidad en nuestro camino;
• Si la vida fuera un juego, México sería el de más obstáculos, más enemigos, más riesgos… pero si con tu talento lo pasas, trinufar en el resto del mundo “será cosa de niños”.  Por supuesto, va a ser difícil: en el camino te dirán loco, ingenuo, malinchista e idiota… tu sigue pavimentando caminos, aunque nadie lo entienda, aunque ya no puedas más, aunque sea más facil no hacerlo;
• Si tienes una idea o proyecto, hazlo; México lleva preparándote desde que naciste para esto; no hay meta demasiado grande ni logro fuera de tu alcance;

Al meditar cada frase, es inevitable deducir cómo sí estamos en un país que no ofrece oportunidades para todos, a veces todo lo contrario.

Y es, inevitable también, el pensar en esta paradoja: cómo está en nosotros como sociedad darle la vuelta a esa carencia de oportunidades y sobresalir, y cómo somos nosotros, como sociedad también, los que nos limitamos, con creencias, como la de sentirnos ofendidos, agraviados, indignados por “el otro”, o en pensar que “el otro” siempre querrá una ventaja sobre “nosotros”. Y es curioso, cómo “el otro”, por lo mismo, casi siempre “jala” para su propio bien, sin pensar en el bien común.

Pero esto, por suerte, sin duda está cambiando. Justamente cuando nos hacemos conscientes y responsables de nuestro papel como individuos de una misma colectividad, cómo nuestro desempeño es tan único e importante, no solamente para nosotros, si no para todo el país. Y cómo cuando nos lo proponemos y nos unimos como sociedad, logramos cosas inimaginables.

Este inspirador video termina con una interesante reflexión: cuando te pregunten ¿cómo lo hiciste?, dilo, (y Guillermo del Toro a cuadro responde): I’m Mexican.

Y esa frase nos remite a las interminables cualidades y ventajas de haber nacido en este país. Nos hace concientizar la inmensa riqueza, y nuevamente, es inevitable sentir un orgullo indescriptible.

Y es inevitable, una vez más, imaginar la sociedad que sí podemos lograr.